El mindfulness es una disciplina que como ya comentamos en otro post, esta en auge en occidente desde la década de los 70, teniendo en la actualidad uno de sus puntos de máxima expansión. Pero el mindfulness en la terapia no es solo el hecho de meditar, que de por si ya reporta bastantes beneficios, sino que incluye también el aprovechamiento de los beneficios de determinadas prácticas de mindfulness para avanzar en la terapia y solucionar problemas de los llamados psicológicos .
¿Qué base tiene el uso del Mindfulness en la terapia?
Sería muy largo explicar todas las bases del Mindfulness y sus diferentes técnicas en la terapia. Pero explicaré de manera somera el fundamento principal y cómo sobre esa base se van aplicando después más alternativas.
La practica de la meditación Mindfulness prepara nuestra mente para detectar de manera consciente la correlación entre la aparición de un pensamiento y las sensaciones físicas concomitantes . Sin ese entrenamiento somos por lo general incapaces de ver esa relación entre pensamiento – sensación pues sucede de un modo muy rápido y no fácilmente perceptible.
Con esas prácticas de mindfulness nos vamos dando cuenta de que cada situación se almacena en el cerebro con dos componentes: un pensamiento y su emoción asociada. Eso implica, que cada vez que volvamos a tener ese pensamiento, aparecerá de manera automática la sensación física agradable o desagradable que tiene asociada.
El nº de veces que aparezca ese pensamiento y cuanto de intensa sea la sensación física que lo acompaña, estará en relación a la importancia de ese hecho para nosotros. La frecuencia con que tengamos ese pensamiento también reforzará al mismo y por consiguiente a la sensación físico emocional que lo acompaña .
Nuestras reacciones se producen no por el pensamiento en si mismo, sino por esas sensaciones físicas acompañantes. Si son agradables, tenderemos a querer mas de esa experiencia. Si son desagradables querremos evitarlo de algún modo.
Una de las prácticas fundamentales que se realizan (y realizo) en terapia es entrenar la ecuanimidad, es decir, la capacidad de reaccionar de manera neutra a esas señales físicas. Hay que entender que esto no se hace para que nos convirtamos en autómatas o personas sin emociones, sino para que no reaccionemos en determinadas situaciones del modo habitual. Esas situaciones son las que están en la base de nuestro malestar y son por las que acudimos a terapia. Así poco a poco, cortamos ese vínculo entre pensamiento y emoción y por tanto evitamos reaccionar de un modo que nos ha resultado problemático en el pasado.
Por otro lado también se favorece la neuroplasticidad del cerebro, concretamente del córtex prefrontal. Eso nos permite ser mejores en la autorregulación emocional y poder manejar las situaciones cotidianas de un modo más sereno.
A partir de aquí habría muchas otras técnicas y prácticas que te ayudan a ir adquiriendo habilidades que promueven tu bienestar emocional. Espero no haber sido demasiado técnica en las explicaciones pero he considerado importante explicar que existe un proceso estructurado de aplicación de las diferentes técnicas, con una base científica y un motivo probado. No es simplemente meditar y esperar que eso beneficie sin más, hay un procedimiento a seguir distinto para cada tipo de problemática, aunque con algunos puntos de base en común. Los resultados que yo estoy obteniendo con algunos pacientes/clientes que ya están siguiendo estas practicas de mindfulness combinadas con la terapia son realmente buenos.
Para obtener esos beneficios es importante que vayas a un profesional cualificado en la aplicación de dichas técnicas de mindfulness y que a su vez, sea practicante del mismo. No puedes transmitir lo que significa una vida mindful si tú mismo no lo aplicas. Y no puedes entender las dificultades de las prácticas si tú mismo no has pasado por ellas. No estoy diciendo con esto que no se pueda practicar mindfulness fuera del contexto terapéutico, sino que la aplicación en la terapia tiene unos objetivos y procedimientos específicos.
Lo que sí que os puedo asegurar es que es un camino apasionante, de autoconocimiento y de cambios cada vez más perceptibles. Con sus dificultades y retrocesos como cualquier camino que se precie. Pero también con sus descubrimientos y sus momentos de gran satisfacción cuando consigues superar ciertos hitos. Para mi totalmente recomendable. Para ti, también. Pero tendrás que dar el paso y probarlo por ti mismo para descubrirlo.
¿Has practicado mindfulness? ¿En qué contexto?
Mertxe Pasamontes