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Cómo controlar la ira

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Calma

Enfadarse es algo que nos sucede con cierta frecuencia e incluso podríamos decir que es sano. Como ya comenté en otro post, las emociones hay que poder expresarlas. Que nos enfademos demuestra que somos capaces de reaccionar ante situaciones que percibimos como injustas, que tenemos la capacidad de defender nuestros derechos. Lo ideal sería tener un comportamiento asertivo y no tener la necesidad de llegar a enfadarnos, pero a veces las cosas suceden demasiado rápido o no hemos sido capaces de ser asertivos y reaccionamos directamente con el enfado. El problema viene cuando ese enfado se nos va de las manos y se convierte en ira. Y si bien, el enfado es una manifestación sana de desagrado, la ira es ya otra cosa, es una exacerbación de una emoción muy influida por lo que estamos pensando “de más”. Además es muy difícil controlar la ira y sus consecuencias porque es ya un estado de excitación emocional muy elevado. Yo lo he tratado varias veces con éxito en mi consulta, así que te animo a que trabajes en este aspecto. 

Lee el siguiente cuento popular:

“Había un niño que tenía mal carácter. Un día, su padre le dio una bolsa llena de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma debería clavar un clavo en una valla que había detrás de la casa. El primer día, el niño clavó treinta y siete clavos en la valla…, pero, poco a poco, fue calmándose, porque descubrió que era mucho más fácil controlar su carácter que clavar clavos en la valla.

Finalmente llegó el día en que el muchacho no perdió la calma para nada y se lo dijo a su padre. Entonces, el padre le sugirió que por cada día que controlara su carácter debería sacar un clavo de la valla. Los días pasaron y el joven pudo finalmente decirle a su padre que ya había sacado todos los clavos de la valla…

Entonces, el padre llevó de la mano a su hijo hasta la valla…

- Mira, hijo, has hecho bien, pero fíjate en todos los agujeros que han quedado en la valla… Ya nunca será la misma.

Cuando dices o haces cosas con ira, dejas una cicatriz como este agujero en la valla… Es como clavarle un cuchillo a alguien: aunque lo saques con rapidez, la herida ya está hecha.

No importa cuántas veces pidas disculpas, la herida se quedará allí. Una herida física es igual de grave que una herida verbal. Los amigos son verdaderas joyas que hay que valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte. Demuestra a tus amigos cuánto los quieres.”

Las consecuencias de un ataque de ira son imprevisibles. Cuando actuamos bajo un estado de ira estamos controlados por el sistema límbico, concretamente por la amígdala cerebral. La función de la amígdala cerebral es activar el sistema nervioso (lucha, huída o paralización) para protegernos de un peligro potencial. Ante ese desafío, no se entretiene en mirar las consecuencias de nuestras acciones. Por tanto, lo ideal sería realizar las acciones para controlar la ira antes de que esta aparezca. Y si ya ha aparecido, para cuanto antes la explosión de ira. Veamos cómo:

Antes de la explosión de ira:

- Entrenarse en mindfulness. El entrenamiento en mindfulness te ayuda a ser más consciente de las cosas que te suceden en la mente y en el  cuerpo. Te hace capaz de pararte en la misma situación y hacer una mini pausa entre la acción y la reacción. Esa pausa, aunque sea mínima, te permite activar otras área del sistema limbico, el hipocampo, que es un regulador emocional y en el que se puede actuar a través del lenguaje. El hipocampo puede desactivar una falsa alarma.

- Entrenarse en relajación. Combinado con lo anterior, las técnicas de relajación te ayudan a no sobrecargarte, a no estar tan tenso. Si estás en un estado de base más relajado, será más difícil que reacciones con ira.

- Crear un anclaje. Puedes crear un anclaje que te ayude a entrar en un estado de relajación cuando detectas las primeras señales de enfado. Obviamente, esto has de tenerlo entrenado fuera de las situaciones de enfado.

- Observar las señales somáticas de enfado. Tienes que llegar a conocer cuáles son tus síntomas de agitación. Puede ser que lo notes en una aceleración del corazón, acaloramiento, nervios en el estómago, temblor del labio, apretar las mandíbulas, etc… Cuando aprendas a reconocer estas señales te será más fácil saber que vas a caer en un estado de estallido emocional y así evitarlo.

- Aceptación. La aceptación es uno de los grandes conceptos y una de las cosas más difíciles de conseguir. Aceptas lo que está sucediendo en este momento porque ya está sucediendo. Ya está aquí. Esto te permite partir de donde estás realmente (en vez de donde te gustaría estar o donde piensas que deberías estar). Desde ese punto puedes dar una respuesta serena y ajustada a lo que está sucediendo.

Durante la explosión de ira:

Si has realizado todos los pasos anteriores es posible que ya no tengas que hacer nada durante la explosión de ira, pues cuando algo te moleste te enfadarás y darás una respuesta acorde la situación, pero no te dejarás secuestrar por la ira. Pero si aún y así algo te ha superado y has caído en ese estado:

- Trata de pararte lo antes posible. Si consigues hacer aunque sólo sea una respiración profunda estás dando tiempo a tu cerebro para que procese la situación con más datos.

- Obsérvate. Pon la atención en las señales somáticas de tu cuerpo sin interpretarlas. Solo siente cómo está el cuerpo, date cuenta.

- Sal de la situación. Ante la duda, sal de la situación. Si algo te dice que vas a dar una respuesta inapropiada, vete. No siempre es posible irse físicamente, pero sí mentalmente. Si consigues demorar tu respuesta entre diez y veinte segundos, es prácticamente seguro que esta será más sosegada y ajustada a la situación.

- Utiliza los recursos del apartado anterior.

Como ves, no es algo que se soluciona de un día para otro. Pero lo importante es que tiene solución. Como te dije al principio, yo he conseguido con mis clientes resultados muy buenos en unas pocas sesiones. Dejarse arrastrar por la ira no conduce a nada ya que no sólo no soluciona el problema sino que suele acarrear nuevos problemas. Como decía Siddharta Gautama, “aferrarse a la ira es como agarrar un trozo de carbón candente con la intención de arrojarlo contra alguien. Al final eres tú quién se quema”. No te quemes en vano.

¿Tienes alguna vez enfados que rayen con la ira? ¿Cómo los manejas?

Mertxe Pasamontes


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