Desde los años 70 la psicología social ha estudiado el comportamiento de las personas en situaciones sociales, cuando interactúan con otros, cuando forman parte de una colectividad. Para eso se ha valido de observaciones y experimentos sociales. En un experimento social tu planteas una situación y observas, sabiendo que no puedes tener todas las variables controladas como sucede en un experimento en un laboratorio. No obstante, de esas observaciones pueden extraerse interesantes conclusiones.
Uno de los temas estudiados ha sido el llamado efecto espectador. Este termino se acuño a finales de los 60 a raiz del caso de Kitty Genovese. Genovese fue una mujer neoyorquina apuñalada hasta la muerte cerca de su casa en el condado de Queens. El caso saltó a la opinión pública a raíz de que hubo bastantes testigos del ataque. Algunas personas oyeron sus gritos de auxilio, aunque la mayoría afirmó no identificarlos como tales (sucedió a las 3.15 de la madrugada). Uno de los testigos salió a la ventana y gritó al atacante, que huyó. Pero nadie acudió en auxilio de Kitty. El atacante regresó un rato diez minutos después y acabó el asalto, con el resultado de la muerte de Kitty. La policia llegó advertida por un testigo, pero ya no pudieron hacer nada. Aunque en su momento se exageraron algunas informaciones, lo que sí que es cierto es que hubieron testigos de que había un ataque aunque no pudieran precisar la gravedad y que hasta el último momento nadie se preocupó de la suerte que hubiera corrido la chica que se escondia en el aparcamiento con dos puñaladas en la espalda.
Investigaciones posteriores realizadas en contextos más controlados extrajeron las siguientes conclusiones:
La explicación más común de este fenómeno es que, con otros presentes, los observadores asumen que otro intervendrá y todos se abstienen de hacerlo. Es lo que se conoce como dispersión de la responsabilidad. La gente puede también asumir que habrá alguien más preparado para ayudar como un médico o un policía y pensar por lo tanto que su intervención sería innecesaria. La gente puede tener también temor de ser avergonzados delante de las personas presentes al ser reemplazado por un ayudante “superior”, o de ofrecer una ayuda no solicitada. Otra explicación puede ser que los espectadores monitorean las reacciones de otras personas en una situación de emergencia para determinar si piensan que es necesario intervenir. Dado que los demás están haciendo exactamente lo mismo, la gente concluye de las reacciones de los demás que la ayuda es innecesaria, en lo que puede ser un ejemplo de ignorancia colectiva.
Una persona puede contrarrestar el efecto espectador dirigiéndose a una persona en concreto de la multitud en lugar de apelar a la gente en general. Esto coloca toda la responsabilidad en una persona concreta en lugar de dejar que se difumine. Esto sirve también para superar la ignorancia colectiva, ya que la gente al ver que alguien se acerca a ayudar tomará conciencia real de la situación.
No puedo evitar preguntarme si no estamos viviendo bajo un efecto del espectador generalizado. El contexto de crisis es complejo y es normal que la mayoría de personas no sepan qué deberían hacer. Al señalar a los responsables de hacer cambios y estos no hacer nada en la mayoría de los casos (o hacer lo contrario de lo que se les pide) aumenta la sensación de incapacidad llegando algunas personas a caer en una clara indefensión. Y como consecuencia se diluye la responsabilidad entre la masa (la mayoría de nosotros) y esperamos a que sean otros los que den el primer paso. Y me atrevería a decir que llegado ese momento, en que otros se mueven, todavía se da otro efecto, del que desconozco el nombre que sería algo así como: vamos a esperar a ver qué les pasa a esos y luego decidimos. Lo que la mayoría no sabe, es que nadie te va a solucionar tu vida. El estado, la sociedad, la familia, los amigos, tu terapeuta, te pueden ayudar. Pero sólo tú puedes recorrer el camino.
¿Vives bajo el efecto espectador? ¿Quién esperas que te salve?