Los datos que nos da la Organización Mundial de la Salud indican que desde el 1980 la obesidad mundial casi se ha duplicado siendo que en 2008 había casi 1400 millones de adultos con sobrepeso, de los cuáles unos 500 millones eran obesos. Para determinar el sobrepeso u obesidad se usa el IMC (índice de masa corporal). Se calcula dividiendo los kilos que pesamos por el cuadrado de nuestra altura en metros. Así, una persona que midiera 1.74 y pesara 80 kg, se haría, 80/3,0276 , resultado de multiplicar 1,74 x 1,74 = 26,42 . Entre 18.5 y 25.99 sería un peso normal, de 26.00 a 29.99 sería sobrepeso y más de 30, obesidad. La persona del ejemplo estaría con sobrepeso.
Las causas de esta epidemia son variadas, estando entre sus principales la disponibilidad de alimentos, los hábitos y las razones sociales. Según el Dr. Stephen Benoit del la Universidad de Cincinnati, existen mecanismos psicológicos que explican este incremento de la obesidad como es el hecho de tomarse un dulce a modo de recompensa después de pasar un mal rato. Es un hecho que está establecido, la relación entre ingesta calórica y recompensa emocional.
También el hecho de comer como una forma de sentir algo placentero. Esa puede ser la explicación de por ejemplo, comerse una tarrina de medio kilo de helado, cuando claramente no se hace por la necesidad de una ingesta calórica. Si al deseo de sentir placer le sumamos un malestar emocional, tenemos la sobreingesta asegurada.
También se produce lo que ha venido en llamarse el “efecto postre“. Es muy habitual que tras la ingesta de algo salado, vengan ganas de culminar la comida con algo dulce. Esto es un tema cultural, un hábito y sucede por simple asociación. No es algo que esté genéticamente determinado pero no por ello la sensación de que te falta algo si no comes algo dulce al final de la comida deja de ser menos intensa. Eso provoca que muchas veces se haga una ingesta de alimentos muy ricos en calorías cuando en realidad ya no son necesarios. Es igualmente conocida la preferencia innata de los humanos por los sabores dulces lo que todavía facilita más que suceda esto.
Si a eso unimos el sedentarismo de una gran parte de la población, el aumento del sobrepeso que hemos visto no nos puede extrañar en absoluto.
¿Qué podemos hacer? Veamos algunas pautas a seguir:
- Lo primero es tomar conciencia. Puedes empezar calculando tu IMC para evitar comentarios del tipo es que estoy hinchado o tengo los huesos grandes. Date cuenta que el sobrepeso no es sólo una cuestión de estética sino un problema de salud. Así que si no quieres sufrir los problemas derivados de tener demasiados kilos has de empezar a rebajar tu ingesta calórica.
- Haz un pequeño registro durante una semana de lo que comes. Date cuenta de cuántos alimentos ingieres por placer, ansiedad, para premiarte, etc…
- Trata de sustituir algunos de esos alimentos de la lista anterior, por otras actividades placenteras o relajantes. Al principio te costará por la fuerza del hábito, pero verás como si pones algo de voluntad en un tiempo lo irás consiguiendo.
- Trata de comer de forma equilibrada en las comidas principales del día y de no quedarte con hambre. No te saltes ninguna comida.
- Si puedes, es mejor comer cinco veces, en menores cantidades que darte un atracón a la hora de la cena.
- Intenta que las comidas que haces sean placenteras y gustosas para los sentidos. Puedes usar hierbas aromáticas, aceites especiales, especies, etc… Cuida también la presentación. No se trata de no obtener placer de lo que comes sino de hacerlo de manera sana.
- Déjate algún pequeño premio “alimenticio” durante la semana. Pero programa cuando, no lo dejes al azar.
- Puedes tomar infusiones sin azúcar entre la comidas. Las bebidas calientes ayudan a quitar la sensación de vacío en el estómago.
- Come más despacio y si puedes evita la TV o leer durante la comida. Has de estar pendiente de lo que estás haciendo. Estaría bien que una vez al día comieras algo con conciencia plena, poniendo todos tus sentidos en ello.
- Haz algo de ejercicio al día. Como mínimo, caminar 40 minutos a paso ligero.
- Date un premio cada vez que consigas un objetivo de peso. Pero no de comida!
Ya ves que las pautas son bastante sencillas e incluso obvias. Lo difícil es seguirlas. Lo complicado es reunir la voluntad y la perseverancia necesarias para llevarlas a cabo. Pero si tu IMC es de 30 o más deberías encontrar el modo, pues tu salud está en juego. Y si solo no puedes, pide ayuda profesional. Muchas veces nos empeñamos en hacer por nosotros mismos cosas que se hacen mucho mejor con ayuda de expertos.
¿Cuál es tu IMC?
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