Muchas veces confundimos miedos y fobias a pesar de ser cosas diferentes, aunque relacionadas. Para establecer la distinción entre miedos y fobias vamos a empezar por definirlas:
El miedo o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación, habitualmente desagradable, provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, lo que incluye al ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror. Además el miedo está relacionado con la ansiedad. Existe miedo real cuando la dimensión del miedo está en correspondencia con la dimensión de la amenaza. Existe miedo neurótico cuando la intensidad del ataque de miedo no tiene ninguna relación con el peligro (fuente Wikipedia).
Una fobia (palabra derivada de Fobos, en griego antiguo Φόϐος, «pánico», hijo de Ares y Afrodita en la mitología griega, la personificación del miedo) es un trastorno de salud emocional o psicológico que se caracteriza por un miedo intenso y desproporcionado ante objetos o situaciones concretas como, por ejemplo, a los insectos (entomofobia) o a los lugares cerrados (claustrofobia). (fuente Wikipedia)
El miedo es una respuesta adaptativa de supervivencia y defensa. El miedo nos sirve para alertarnos de posibles situaciones de peligro para nuestra integridad física o psíquica. La encargada de poner en marcha la respuesta del miedo es la amígdala cerebral. Al ser esta una estructura subcortical, la respuesta de miedo es inmediata y se activa sin necesidad de contar con los centros racionales del córtex. La amígdala quiere la reacción rápida frente al peligro y envía a la sangre hormonas (vasopresina, cortisol y adrenalina) para que luchemos, huyamos o nos paralicemos. Esos son los mecanismo básicos de defensa del reino animal. Si el peligro es real e inmediato, esta será la respuesta más adecuada. El problema deviene cuando nos enfrentamos a un peligro “mental”, es decir, cuando la amenaza no es real o no puede ser resuelta con los mecanismo básicos de supervivencia. Por ejemplo, si tienes miedo de que te despidan, es posible que no puedas ni luchar, ni huir ni paralizarte. Tendrás pues que convivir con una activación de la amígdala que no puede ser descargada por los mecanismos habituales. Tendrás pues que desarrollar otras estrategias si no quieres acabar en un estado de ansiedad o estrés.
La fobia no es una respuesta adaptativa como el miedo, sino una respuesta “exagerada”. Se experimenta un miedo o rechazo extremo ante algo que aunque potencialmente pudiera ser daniño, no requiere de una respuesta tan intensa. Las fobias suelen aprenderse a consecuencia de una experiencia traumática, de la repetición de experiencias desagradables o por aprendizaje vicario (ver que otra persona la tiene, normalmente los progenitores). Suelen ser más frecuentes en personas ansiosas, pero es bastante habitual en la población general encontrar personas con algún tipo de fobia o “casi fobia” (temor desmedido ante algo pero que puede ser mínimamente controlado).
Para superar miedo y fobias vas a necesitar algún tipo de intervención terapéutica. Es frecuente que las personas que padecen una fobia no se la traten a pesar de que se obtienen excelentes resultados con el tratamiento, tanto el cognitivo-conductual como con Técnicas de PNL. Hay fobias que se pueden resolver en una o dos sesiones (como la fobia a volar) y otras en un tratamiento corto (de unas seis sesiones). Creo que por uno mismo es más complicado hacerlo y el problema de no tratarlo es que las fobias tienden a hacerse más intensas y extenderse a otros objetos fóbicos.
Para superar los miedos existen diversas estrategias. Algunas de estas estrategias, de tipo autoayuda, pueden aplicarse por uno mismo, pero siempre será más efectivo con la ayuda de un profesional. La intervención de otro te da un punto de vista externo y objetivo que es una de las cosas que cuando tienes miedo a algo no estás pudiendo hacer, no estás logrando ver la situación con objetividad. Y te ayuda a ver la situación con otra perspectiva, aceptando que sentir miedo es natural, pero que podemos cambiar nuestra reacción posterior. La práctica del mindfulness también puede ayudarte a crear esa distancia entre tu y el miedo que te permite no reaccionar a él. Lo importante es que lo trates y no dejes que ese sentimiento vaya apoderándose de cada vez más áreas de tu vida y se vuelva incapacitante.
No tenemos porqué convivir con miedos y fobias. Nos limita. Es mucho más económico tratarlo que vivir con la incapacitación que eso nos supone. Y liberarse de miedos y fobias nos permite sentirnos más plenos y felices. Y además no te olvides que superar los miedos cambia el cerebro.
¿Tienes alguna fobia? ¿y algún miedo desproporcionado?
Mertxe Pasamontes