Voy a realizar una serie de entradas sobre diferentes modos de pasar un agosto Zen. Para empezar hay que hacerlo por lo más: vivir el momento, estar en el aquí y ahora. Es evidente que en nuestra cultura occidental tenemos tendencia a estar rememorando el pasado o planificando el futuro. Y también lo es que se nos ha dicho miles de veces que es importante estar en el aquí y ahora. El problema es que muchas veces no sabemos cómo hacerlo ya que no nos hemos entrenado para ello.
Vivir el momento presente es bastante más complejo de lo que parece pues nuestra mente ha de luchar contra su tendencia natural de ir de una idea a otra. Además, no todos pero una gran parte de los occidentales, somos bastante mentales. Cuando digo “mentales” me refiero a que evaluamos las cosas y vivimos nuestra vida más desde la mente que desde la emoción. No es fácil explicar la diferencia con palabras, porque precisamente la diferencia está en dejar de ponerle palabras a las experiencias y simplemente vivirlas. Pero incluso cuando estamos sintiendo, tenemos tendencia a irnos a la mente y ponerle adjetivos, intentar entender por qué sentimos precisamente eso, a veces tratar de cambiar lo que sentimos, etc… Incluso hay ocasiones que “pensamos las emociones”. Para saber si estás pensando una emoción o sintiéndola, tienes que observar tu cuerpo. Si en tu cuerpo no hay ninguna sensación, casi seguro que estás “pensando” la emoción. Es mucho más frecuente de lo que parece y no siempre es fácil darse cuenta de la diferencia.
Estar en el aquí y ahora de verdad es estar con lo que surja. Sin juzgarlo. Simplemente estar. Por eso, el período vacacional, en que lo normal es que se den más “buenos momentos” puede ser una buena ocasión para estar con lo que surja, ya que en un principio nos será más fácil conectar con esos buenos ratos, que con algo demasiado conocido y cotidiano. Te voy a dar dos pequeñas herramientas – ejercicios para que te sea más fácil hacerlo:
- Escoge al azar tres o cuatro momentos del día o si te resulta más fácil ponte una pequeña alarma en el móvil que te haga de recordatorio, para simplemente pararte y respirar. Date cuenta de qué estás haciendo, siente tu respiración y dirige tu atención hacia tu interior, intentando observar cuál es la sensación, sin cambiarla ni juzgarla.
- Cuando notes que estás sintiendo una emoción intensa negativa (estás molesto con un retraso en el aeropuerto, el camarero te ha traído un plato que no habías pedido, hay caravana para llegar a la playa, etc…) , párate, endereza la espalda, respira profundamente y déjate sentir esa emoción. Intenta darte cuenta de si ha habido algún pensamiento que provoque esa emoción, respira y déjala ir.
Os transcribo un cuento que tal vez puede ayudaros a entender con más claridad los ejercicios:
De instante en instante
Era un yogui muy anciano. Ni siquiera él mismo recordaba sus años, pero había mantenido la consciencia clara como un diamante, aunque su rostro estaba apergaminado y su cuerpo se había tornado frágil como el de un pajarillo. Al despuntar el día se hallaba efectuando sus abluciones en las frescas aguas del río. Entonces llegaron hasta él algunos aspirantes espirituales y le preguntaron qué debían hacer para adiestrarse en la verdad. El anciano los miró con infinito amor y, tras unos segundos de silencio pleno, dijo:
–Yo me aplico del siguiente modo: Cuando como, como; cuando duermo, duermo; cuando hago mis abluciones, hago mis abluciones, y cuando muero, muero.
Y al concluir sus palabras, se murió, abandonando junto a la orilla del río su decrépito cuerpo.
Son unos ejercicios los que os he propuesto de apariencia simple, pero que te obligan a conectar de verdad con lo que está pasando en ese momento, te hacen pararte y mirar hacia tu interior. Porque al final, aquello que vives tiene que ver más con lo que está en tu interior, con lo que estás sintiendo, con lo que te estás diciendo a ti mismo, que no con lo que sucede afuera. Como dicen los maestros Zen: El Zen es la práctica de regresar a nosotros mismos.
¿Cuántas veces al día te paras a sentir el momento?
Si quieres escuchar el post en formato podcast aquí lo tienes:
Mertxe Pasamontes